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POR GUSTAVO A. MONTENEGRO
No había quien no pudiera contar con su apoyo, ya fuera como promotor cultural y principal relacionista de la Fundación Paiz para la Educación y la Cultura entre 1992 y 2002, años en que la Bienal de Arte y el Festival de la Antigua vivieron años luminosos.
Ángel Arturo González, uno de los más eficaces impulsores de la cultura que ha tenido el país, falleció ayer. Al saberlo, cabe recordar la entrevista efectuada el 22 de abril último en este medio, cuando entre otras cosas relató que hace algunos años, en el vértice de la pirámide de Keops, en Egipto, se acostó en la tumba vacía del faraón y mientras veía el cielo, agradeció a la vida por ese y muchos otros momentos: cuando invitó al tenor Plácido Domingo a venir a Guatemala, cuando compartió el café con figuras como Luis Cardoza y Aragón, Agusto Monterroso o César Brañas, o simplemente cuando visitó la casa donde vivió Enrique Gómez Carrillo, en París.
A decir de sus amigos, la forma en que salió de la Fundación Paiz fue un gran golpe para él. Igual, él impulsaba la creación de bibliotecas municipales en los pueblos de Antigua, y en enero de este año empezó los trámites para retomar su titulación como licenciado en Letras en la Universidad de San Carlos: un cartón que parecería insignificante a la par de su aporte, pero que él se propuso como meta.
En febrero le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica. Esta enfermedad fue minando su capacidad de locomoción y terminó afectando movimientos involuntarios, como respirar o tragar. “Yo sé que esta enfermedad es progresiva y me irá quitando facultades, pero estoy tranquilo porque he dado cuanto tenía a mi país”, dijo González en esa conversación.
Está siendo velado en Funerales Reforma, de Antigua Guatemala. A las 15 horas le ofrecerán una misa de cuerpo presente en la Catedral de Antigua, y luego el sepelio se dirigirá al cementerio San Lázaro, siempre en la misma ciudad.
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