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viernes, 25 de marzo de 2011

EL GUINO MORALES ESCRIBE UNA TARDE EN EL INSTITUTO.

Mirando atrás

“Una tarde en el Instituto”

La primera clase de la tarde era matemática, a mi no me llamaba mucho la atención recibirla, y nunca logré averiguar si de verdad el profe sabía tanto de álgebra y logaritmos, como nos lo hacía creer, lo cierto es que esa clase era fija retranca para finales de septiembre.

Pero todo se ponía mejor en el segundo período, con la llegada de don Paco, el encargado de idioma español, su capacidad para narrar historias nos mantenía entretenidos, desafortunadamente a finales de marzo, su frágil salud terminó por obligarlo a retirarse.

Mientras llegaba su reemplazante, cada uno de nosotros empleaba los cuarenta y cinco minutos libres, como mejor podíamos. Yo aprovechaba para salirme del salón a leer alguna novela de espionaje de Donald Curtis, o una del viejo oeste americano de Silver Kane, las que previamente pasaba comprando a diez len, en una tienda de la sexta avenida.

Aquella tarde soleada yo estaba de lo mas entretenido leyendo las aventuras de un agente del F.B.I. en tierras asiáticas, cuando de pronto, del aula de sexto magisterio inesperadamente salieron dos cuates: uno era Adolfo, bastante “cuadrado”, ni modo, si sus ratos libres se los pasaba allá por San Sebastián, en la casa del deportista, haciendo paralelas, argollas y otras cosas similares, su gesto era de pocos amigos; el otro era “El Sapo” de los que eran buenos solo para contar chistes en clase, con una cara de asustado con la que ya no podía, y lo mas grave del asunto era que atrás de ellos venía don Quique el titular de Literatura, quien en la puerta del aula, los despidió cordialmente con el siguiente diálogo:

--- Bueno muchá, vayan a somatarse allá afuera, que aquí serán bienvenidos la próxima semana . . . ---.

El pobre Sapo, como pudo se escabulló fuera del edificio, a mí todavía me dio tiempo de alcanzar y preguntarle a Adolfo, que había pasado, aquel caminando hacia la salida ya algo más calmado, me contestó:

--- Fijate vos que el Sapo no me dejaba poner atención, yo no tuve mas que zarandearlo un poco, pero parece que a don Quique eso no le gustó. . . ---.

Ya en la calle, nos atravesamos a la tienda de don Güicho, Adolfo compró un Viceroy, al salir lo encendió, se colocó la chumpa del equipo de gimnasia, nos despedimos y lo vi desaparecer por la polvorienta calle que llevaba a Santo Domingo . . .

Héctor García Morales Garles56@yahoo.com.mx

Publicado en Pequeña, Prensa de Antigua Guatemala, ejemplar del mes de marzo de 2011.

NOTA DEL ADMINISTRADOR:

El día de ayer leí este artículo en un periodiquito de la Antigua y se lo solicite al Guino para publicarlo en el blog, por dos razones: por que habla de una tarde en el INVAL, vista desde la perspectiva de un Ex alumno, con una anécdota que habla de gente que creo conozco y por que se el cariño que el Guino le tiene al Instituto a pesar de no haberse graduado en él, ya quisiera yo que muchos Ex alumnos quisieran al INVAL como vos Guino ya que me duele ver que muchos comen de lo que en el INVAL aprendieron y son incapaces de reconocer que un día fueron INVALISTAS, adelante Guino y nuestro blog esta presto a publicar tus escritos de nuestro glorioso INVAL.

raúl nájera

1 comentario:

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