IN MEMORIAM
J.
MARCELO GAYTAN SANCHEZ
Mario Gilberto González R.
En la vida hay recuerdos
imborrables, que afloran cuando alguien
de nuestro afecto, emprende su viaje sin retorno.
La campana mayor de San
Francisco, ha roto el silencio para anunciar el corte de la vida terrenal y el
inicio de otra eterna, para J. Marcelo Gaytán Sánchez.
A pesar que sabemos y lo repetimos
a menudo, de que nuestro paso por la vida es finito, nos aferramos a ella por
el vínculo del afecto, que nos unió. Más aun, si ese afecto viene desde la
inocente y juguetona niñez, donde la vida discurre entre pétalos de rosa.
La columna de la vida se ha
roto. Tan profundo es el dolor que aflora en lágrimas y suspiros y la corona de
frescas flores, rueda por los suelos a marchitarse y solo nos deja la palidez
de sus colores. El vacío que deja quien se va, permite que de inmediato nos
arrope la soledad.
Cuando cursaba los últimos años
de la secundaria, Marcelo y sus compañeros de estudio, publicaron el periódico impreso “Pensamiento
y Lucha” y nosotros en la final de la educación primaria, el periódico, también impreso “El
Compañero”. Envalentados los de Pensamiento y Lucha, nos vieron con desdén y
nos llamaron “chusma”. Lo que desconocían ellos, era que la plazuela de las
Capuchinas, era una plaza maravillosa para emplazar nuestras piezas de
artillería intelectual y que contábamos con unos artilleros certeros. Y fuimos
tan eficaces que claudicaron y su trato fue –desde entonces- alumnos de la
Escuela Primaria.
Una mañana iba feliz para
cruzar por primera vez, la puerta del glorioso INVAG e iniciar mis estudios de
magisterio. Marcelo y Luis Rodolfo Escobar Méndez –alias papalina- me tomaron
del brazo y me lanzaron a la piscina para bautizarme como nuevo invaglista.
Mi pantalón blanco impecable,
rozó el fondo de la piscina y su mancha
fue entre verde y siena. El desagrado se tornó alegría cuando confirmé que fui
bautizado como un alumno más, del glorioso Instituto.
Al correr de la vida, nos
encontramos en diversas actividades, educativas, culturales y religiosas.
Los concursos de oratoria que
organizaba el INVAG, en el patio de La Normal para Señoritas, nos puso a prueba
en el buen decir con exposición de ideas y modulación de la voz. Unas veces,
nosotros escogíamos el tema. En otros era dado por el profesor y el final se
sorteaba. Una copa sobre la cátedra, contenía los papelitos de las sorpresas.
La improvisación nos dio, la
solidez del buen decir, de saber expresar las ideas, de modular la voz y el comportamiento del
cuerpo para darle firmeza a lo que se quería expresar.
A pesar de la diferencia de
edad, fuimos alumnos de egregios maestros que formaron
Académicos que destacaron en las
diversas actividades de la vida. Profesores: José Maria Vielman España, (de
riquísima cultura y solidez académica); Abelino Ponce Sierra, (puntual con
exigente rectitud); Hermógenes González Mejía, (sereno y tranquilo cuando casi
jugueteaba con las ecuaciones, que fueron un tormento para los estudiantes de
entonces); Francisco Palomo Aragón, (el
enamorado de su Antigua Guatemala que, con gala de orador, la exaltaba.); Arturo Sosa, (moralista y formador de la vida
volitiva); Abrahám Orantes y Orantes (de amplio conocimiento en diversas
disciplinas docentes y culturales) sin faltar el catedrático de catedráticos J.
Adrián Coronado Polanco. Insigne maestro de amplia cultura y que no hay
estudiante de entonces que le olvide.
Don Adrián fue una enciclopedia
con quien se podía conversar de cualquier tema y fue también, dueño de una
mente amplia, limpia y riquísima en conocimientos.
Eran unas joyas del
conocimiento y aprendizaje que le
dieron prestigio al Instituto antigüeño y fueron, a la vez, un regalo
invalorable para los alumnos.
También fuimos súbditos del Rey
de la Disciplina que reinó y distinguió al instituto antiguëño. El Capitán don
José E. Abril, tenía una vista y un olfato activo para detectar cualquier
anomalía, que de inmediato estaba presente. A don José no se le colaba un
mosquito porque era muy fina la trama del cedazo. Su exigencia era que un
estudiante del Instituto antigüeño, fuera desde el inicio una persona aseada de
su cuerpo. Revisaba el cabello. Las orejas. Las uñas, las manos y sobre todo el
calzado que debía de llevarse lustroso. De cada una de ellas, quedan emotivas
anécdotas.
El estudiante invaglista debía
de ser un caballero y demostrarlo con el trato y comportamiento en la calle y
en las reuniones sociales. Con mayor elegancia con las señoritas y más aun, si
una de ellas alteraba el ritmo cardíaco. La formación de un hombre, fue
siempre, un anhelo del Capitán Abril.
Con Miguel Angel Ordoñez,
tuvieron diversas representaciones de teatro cuyo libreto lo escribía Ordoñez.
Una fase muy importante porque el teatro y el periodismo, fueron otras ramas
del saber humano que se practicaron en la vida estudiantil.
La práctica de la oratoria, le
regaló a Marcelo, la facilidad de la expresión en actividades públicas. Por
muchos años fue el locutor del programa de marimba, de una a dos de la tarde en Radio Panamericana
y nosotros, los entonces estudiantes del INVAG, por nada lo perdíamos, mientras
esperábamos el retorno al Instituto, y nos deleitábamos con el paso coqueto de
de las normas, que son las flores del jardín afectivo de los invalglistas.
Fue un activo directivo en la
Hermandad de la Escuela de Cristo, donde muchas de sus ideas se realizaron con
éxito y por ultimo nos encontramos en las aulas del INCA, donde fue un profesor
muy capacitado y muy querido por sus alumnas.
El Instituto Normal para
Varones, hoy Antonio Larrazábal, reconoció su labor en la vida pública. Lo hizo
su Ex Alumno Distinguido y le otorgó la Orden Antonio Larrazábal.
Compartimos muchas actividades
que afianzaron nuestra amistad, que se suspendió cuando salí de Guatemala hace
más de treinta años, pero en nada se alteró, sino siguió tan fuerte como se
inició en los preciosos días de la niñez, en la plazuela mercedaria, donde cada
tarde nos reuníamos “los chirices” de entonces a distraernos con juegos de
nuestra invención, a contarnos nuestras travesuras y a vislumbrar lo queríamos
ser de mayores.
Ahora todo es silencio. Todo
es un recuerdo sin retorno Una columna se ha roto. Cuatro velas alumbran el
nuevo camino hacia la eternidad. La campana cuando tañe aumenta nuestro dolor y nuestro sentimiento llora la partida de un
amigo.
Almería, España. 17 de abril del 2015.-
Muchas gracias x esas palabras...mi abuelo fue un gran hombre.
ResponderEliminar