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Con landívar presente en las aulas Instituto de eternos valores

Quien Pone un pie en el INVAL NUNCA LO OLVIDA

domingo, 14 de octubre de 2012

DESDE ALMERÍA ESPAÑA MARIO GILBERTO RECUERDA A LA PROMOCIÓN 1962, BELLO RECUERDO QUE HO COMPARTO CON TODOS LOS EX ALUMNOS DEL INVAL


CON UN CORDIAL SALUDO DE Mariogilberto. Almería, España. Domingo 14 de Octubre del 2012.-
Desde mi Balcón

                            BODAS DE ORO MAGISTERIALES

                                                                    Mario Gilberto González R.

   Se cumplen cincuenta años –Bodas de Oro- de la promoción 1957 – 1962 de los gloriosos y emblemáticos centros docentes: Olimpia Leal y Antonio Larrazábal de la ciudad de Antigua Guatemala.
  Queda en el recuerdo la tarde de octubre de 1962,  cuando en plena pujanza juvenil, llenaron de alegría, treinta y dos señoritas y treinta y nueve jóvenes,  las naves de la catedral para dar gracias por culminar brillantemente su formación magisterial y el salón del Club Antigüeño donde recibieron su título de Maestros de Educación Primaria Urbana.

 










                        ¿Quien puede olvidar este momento de regocijo?
                       Los graduandos rodean al profesor don Mardoqueo
                            García Asturias y al padrino de la Promoción
                                         Mario Gilberto González R.

  Indescriptible la alegría desbordante. Sus voces cantarinas parecían burbujas de agua fresca que brotaba en el manantial de sus centros formativos. Cada quien llevaba en su alforja, la riqueza de sus nuevos conocimientos y las bases sólidas para el desempeño de una profesión digna por excelencia.
  Eran el fruto de una labor fecunda, de maestros que tenían el don de enseñar y transmitir los conocimientos, no solo con el apoyo de una eficaz pedagogía sino porque si ellos mismos amaban su profesión, amaban a sus alumnos por ser el magisterio una labor eminentemente humana. Gregorio Marañón distingue entre un profesor y  un maestro.  Profesor es el que enseña mientras que maestro es el que además de enseñar, ama. 
  Los centros docentes Olimpia Leal y Antonio Larrazábal, arrastran desde sus inicios, el logro de la excelencia académica que es, la que los distingue por ser institutos de los eternos valores. Han contado con excelentes directores, con  la experiencia del personal administrativo y –desde luego, con un cuerpo docente cualificado. Regias figuras del magisterio nacional  han desfilado por sus aulas, que con sus conocimientos y enseñanzas lo han dignificado. Llegar a ser catedrático de esos centros docentes es un privilegio, una distinción y un reconocimiento a su formación magisterial. Además de imponer su autoridad, de hacerse respetar por sus cualidades personales –humanas y éticas- y ser admirado por la forma eficaz de transmitir los conocimientos, estaban en capacidad de exigir de sus alumnos el máximo rendimiento en su aprendizaje. El plicare y explicare se realizaba de maravilla. De la misma manera que al profesor se le exigía  solidez en sus conocimientos, se le exigía al alumno, rigor en los estudios para que el aprendizaje fuera para toda la vida. Rigor que se ha perdido en nuestros días.

 










                            El tan deseado momento de recibir el Título
                            de Maestro de Educación  Primaria Urbana.
                         Profesor Carlos Ericastilla Director del Instituto
                     Antonio Larrazábal, el Secretario Lic. Rogelio Porras
                        Miranda y el Padrino Mario Gilberto González R.

  Se dice que la esencia de la profesión docente es la relación humana con los alumnos y por esa razón la imagen y el recuerdo del maestro, persiste al correr de la vida. Y son referentes permanentes en el ejercicio de la profesión docente, donde el amor es el que alimenta la buena relación entre maestro y alumno.
  Se dice que el maestro pone sus conocimientos, la comunicación con las personas, tiene la facultad para transmitir con claridad los conocimientos, el secreto para despertar la motivación, con su fecunda labor dignifican la profesión magisterial y dejan huella para siempre. El maestro tiene el don de darle vida a la semilla que cada niño lleva dentro.
  Tágore lo dice de esta manera: “El que puede abrir los capullos, ¡lo hace sencillamente!. Los mira nada más y la savia de la vida corre por las venas de las hojas. Los toca con su aliento y la flor abre sus alas y revolotea en el aire; le salen, sonrojados sus colores, como ansias del corazón y su perfume traiciona su dulce secreto.”
  José Martí al graduarse de maestro en la Escuela normal guatemalense, acuñó esta frase celebre. “Me hiciste maestro que es hacerme creador”. Y una maestra al rememorar su magisterio anota: “mi vida fue fructífera porque he sido maestra”. Qué honor y qué satisfacción tan grande expresarse de esa manera.
  Volviendo los ojos a las aulas de los centros docentes Olimpia Leal y Antonio Larrazábal, encontramos que su excelencia académica –que tanto la distingue y la dignifica- fue el abrevadero de tantos jóvenes que en el ejercicio de su profesión, se distinguieron también por la excelencia  con que desempeñaron su labor docente o fue la zapata para levantar el edificio de una profesión universitaria.
  No podemos dejar de mencionar a los padres de familia, que confiaron sus hijos a maestros dignos de su profesión para que fueran ellos los arquitectos de su nueva vida. La satisfacción de haberlo logrado, no se  puede ocultar y tienen razón de manifestarla porque su esfuerzo, su anhelo y su mejor herencia, se las daban los centros docentes Olimpia Leal y Antonio Larrazábal. Ellos eran los mejores testigos de ver en sus hijos, realizados  sus sueños de legarles  la mejor herencia. La de ser maestros y transmisores de los conocimientos a las nuevas generaciones y en quien está la vida misma de una persona y en conjunto el engrandecimiento de la patria.
  La relación padre de familia y maestro es indispensable en el proceso enseñanza-aprendizaje,  para el logro de una sólida formación académica. El hogar es el que educa, el que transmite tradiciones y valores, el que cultiva las buenas costumbres, los hábitos sanos y todos los recursos que lo van a formar como persona, mientras que la escuela es el centro donde se  transmiten los conocimientos y se aclaran  las dudas para alcanzar una sólida formación académica que sea brillante en su ejercicio.
  La tarde de octubre de 1962, rebosaba de alegría. Las jovencitas con su uniforme escolar despedían aromas exquisitos y regalaban sonrisas. Los jóvenes vestían con elegancia y respondían a las miradas y sonrisas de sus compañeras de graduación. Se confundían en abrazos de felicitación mutua y se deseaban los mejores augurios al despedirse de una larga convivencia entre libros, apuntes de clases, amoríos pasionarios y sobresaltos en las pruebas parciales y finales.
  Los actos de la juventud se manifiestan por la sinceridad de su impulso y la pureza de su expresión. Nada hay que los manche, porque la juventud, como dice el ilustre periodista Federico Hernández de León, -estudiante fundador del instituto antigüeño- tiene la pureza de una Hostia: harina y agua. El joven se distingue por sus sentimientos limpios.
  Por primera y única vez, las dos promociones –Olimpial Leal y Antonio Larrazábal-  se unieron para graduarse en el mismo acto académico y con esa pureza de sentimientos y mi asombro, dispusieron que su promoción llevara mi nombre. Distinción que me honra tanto.
   Las patojas y los patojos de hace cincuenta años, al igual que el padrino,  hoy peinan canas y sus rostros reflejan las experiencias de la vida. Mi testimonio de agradecimientos y admiración está tan fresco como una gota de rocío en el pétalo de una rosa.
   Cincuenta años después, vuelven a reunirse para festejar con todo merecimiento, sus Bodas de Oro Magisteriales. Algunos no estarán presentes porque han cumplido su misión en la tierra. Para ellos el ruego de que duerman en paz.
  Para perpetuar ese tan esperado instante de ser investido con el título de Maestro, el alumno graduando  Lázaro Obdulio Salvatierra Morales, compuso una pieza musical con el título de “Promoción  Mario Gilberto González R.”
  Los nombres de los integrantes de esa promoción se bañan de oro, cincuenta años después. Empezamos por el bello ramillete de lindas rosas rojas que adornan con su color y expanden su aroma.
   Instituto Olimpia Leal: Alba Judith Casasola Lemus, América Moreno, Ana Amparo García Román, Antonieta Leal, Argentina Rivera, Aura Mirtala López, Bernarda Zenona Martínez, Berta Graciela Amado, Blanca Aída Tejeda, Carmen Eugenia Carranza, Cristina Célis Ortíz, Dolores Haidé Mijangos Morales,  Elizabeth Miranda, Esmeralda Escudero, Evelia Castañeda, Gloria Morales, Guadalupe Ventura, Hilda Yolanda Arauz Vásquez, Irma Moreira, Juana Elvira Montenegro, María Alicia Tejeda López +, María del Carmen Acerris, María del Carmen Cózar, Maria Leonor Rodríguez, María Leticia de León,  Maria Luisa Mendoza Valle, María Mercedes Arriola González, Maria Ofelia Pereira, Olga Marina Contreras, Thelma Haidé Arauz Vásquez, Silvia Muñóz y Victoria Samayoa Paniagua.

 











                              Promoción “Bodas de Oro” Mario Gilberto
                                         González R., 1957 -1962.
                                    De izquierda a derecha: Trinidad
                            Ortíz Vega, Juan Miguel Barrios,  Magno Rudy
                            Romero Arévalo, Victoria Samayoa Paniagua,
                             Juan Francisco Contreras Monroy, Ana Maria
                             González en representación del Padrino, Berta
                          Graciela Amado, Irma Moreira, Leonidas Esteban
                           Vega Juárez, Ana Amparo García Román, María
                                    del Carmen Cózar y América Moreno.



   Instituto Antonio Larrazàbal: Carlos Enrique Domínguez Escobar, Carlos Enrique Orantes Tróccoli, Carlos Enrique Sagastume López, Carlos Humberto Castillo Castillo, César Augusto Pérez Quintana, Denis Rolando Véliz Fernández, Elfego Armando García López, Ernesto Neptalí Mérida, Faustino Chinchilla Martínez +, Félix Alonso Otzoy Colaj, Héctor Eugenio Gil Gómez, José Francisco Martínez Velásquez, José María Meléndez García, José Marvin Valladares Rodríguez,  Juan  Alberto Salguero Cámbara, Juan Francisco Contreras Monroy, Juan Miguel Barrios Osorio, Lázaro Obdulio Salvatierra Morales –autor de la pieza musical-, Leonidas Esteban Vega Juárez, Luis Rogelio Toledo Martínez, Magno Rudy Romero Arévalo,  Manuel Adolfo Paiz Alfaro, Marco Antonio Martínez Corea +, Mario Orozco Oliver, Mario Enrique de Paz Lemus, Mario Federico King Mota, Mario Joaquín Bolaños Posadas +, Mayner Retana Trabanino +, Miguel Angel Godínez Acajabón,  Oscar Rolando Pérez González, Otto Raúl Sánchez López, Ricardo Leonel Oliveros Garay, Rolando Enrique Estévez Marsella, Romeo Jesús Gasparico Lucero, Rutilio Leonel Méndez Montùfar, Trinidad Ortíz Vega y Vidal Carcúz Morales.
  Recordar lo que sucedió en la lejana tarde de octubre de 1962, es como dice Ortega y Gasset, volver a pasar por el corazón, lo que ya una vez pasó.


                            Mario Gilberto González R.

Almería, España, Otoño del 2012.-

Publicado en el Suplemento Cultural de La Hora. Guatemala, Sábado 13 de Octubre del 2012.-

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