Desde mi Balcón
REQUIEN POR LA ESCUELA NORMAL
Mario Gilberto González R.
A la memoria del insigne maestro, don Pablo Garzona Nápoles.
Por disposición expresa del Ministerio de Educación, la carrera de Magisterio, se transformará en un bachillerato magisterial.
Como no se escuchan razones, reclamos, negativas, aportaciones de los maestros jubilados y de los que están en contacto con los estudiantes –y que son los indicados para una reforma educativa-, quienes tuvimos el privilegio de formarnos en una de esas escuelitas normales, no nos queda sino silenciar nuestra voz y asistir con dolorosa resignación a su Requien.
Todo ex – normalista debe repetir: “In memoria aetérna erit justus: ab auditióne mala non timébit”.(Eterna será la memoria del justo, no temerá la mala fama.)
La luz volverá a resplandecer de nuevo y la mala fama no será motivo que justifique su extinción.
Mantovani en su estudio los Tres problemas de la educación, resalta la importancia humana a quien va dirigida la educación y a quien también hay que escuchar. “La pedagogía presupone la idea del hombre. Necesita saber acerca de su estructura y esencia antes de señalarle fines y medios a la educación,” y lo respalda porque toda educación fundamenta su hacer en la vida del ser humano.” (Que los estudiantes de magisterio sean unos patojos, en nada desmerece que sean tratados como personas). La voz del maestro, del padre de familia y del mismo estudiante a quien va dirigida la educación, es necesaria escucharla “para que sirva de base a la idea esencial de la educación.”
Nadie puede negar –por muy culto que sea y por mucha sapiencia que le adorne- que “la escuela normal, desde sus inicios filosóficos-religiosos, ha cumplido una inmensa misión en la vida de un país.” Y sorprende que cuando un país hace alarde de “democracia” –que tanto ha costado alcanzarla- prevalezca la imposición como –resabio de dictaduras y tiranías-, no se haga uso del diálogo que tantas luces ofrece y de un plumazo se borren tantos años de fecunda lucha educativa.
Recuerdo que la primera reforma educativa después de la caída de la tiranía ubiquista, fue un éxito porque siendo pedagogo el presidente de la república, aprovechó el riquísimo caudal de conocimientos y la larga experiencia magisterial de la flor y nata del magisterio nacional. El éxito de esta reforma fue, sencillamente por haber sido concensuada.
En ella, privó el conocimiento, el diálogo, la exposición y la experiencia. La realizaron maestros venidos de todo el país. Cada quien aportó lo mejor de su magisterio y las escuelas normales renacieron con nuevos brillos, al extremo de invitar a jóvenes de escasos recursos económicos a que aprovecharan esa feliz oportunidad y dejaran la azada por el libro. Fue una cosecha maravillosa que le dio un nuevo impulso al magisterio nacional y las subsiguientes reformas educativas, siguieron el mismo patrón. Porque escuchar a los que saben y nutrirse de su experiencia, es un don de humildad.
No vale la pena decir más sobre este asunto, cuando se impone la “imposición”. Basta consignar este trozo para la historia educativa de sus lejanos inicios, que era tanta la necesidad de que los jóvenes continuaran con sus estudios que la Municipalidad antigüeña, hizo gestiones ante el Supremo Gobierno para que autorizara la creación del Liceo Público “con facultad para otorgar el diploma de bachiller” y continuara sus estudios universitarios. Se enseñó Lógica, Aritmética, Filosofía, Gramática, Latín, bajo la dirección de don José Farfán a partir del 15 de julio de1845.
Con esta “imposición” se cierra un capítulo riquísimo de la educación magisterial de Guatemala, que arranca desde antes de 1876, La Escuela Normal Central para Varones viene de los tiempos de Mariano Gálvez. Fue su Director el distinguido educador Santos Toruño y donde Martí acuñó la frase: “Me hiciste maestro que es hacerme creador,”Es considerada el Alma Mater de la Educación Normal de Guatemala. El libro de René González Barrios, es lectura obligada para conocer su rica trayectoria educativa. Le sigue la Escuela Normal Belén de histórica formación, bajo la dirección de la señorita LinaSthehelin; Quezalteanango para mujeres a cargo de: Augusta de Succa; Quezaltenango para Varones bajo la dirección de: Francisco Muñóz: Chiquimula de la Sierra, fue su director: Lic. Manuel J. Urrutia y de San Marcos, Manuel Cabral. El Presidente José María Reyna Barrios, fundó el 3 de marzo de 1893, la Escuela Normal de Antigua Guatemala, bajo la Dirección de don Antonio Castro Escobar –alias Chimborazo-. En la dedicatoria al primer egresado, dejó escrito este bello pensamiento: “Entre Dios y la Madre, está el Maestro”. A petición de varios padres de familia, el 16 de junio de 1915, fue creada la Escuela Normal de Señoritas Joaquina bajo la dirección de la distinguida profesora Elisa Martínez, a quien el periódico El Guatemalteco, le dedica un artículo elogioso. Después de una fecunda labor docente, hoy lleva el nombre de la ilustre maestra Olimpia Leal y es, junto al Instituto Antonio Larrazábal, los dos centros distintivos del magisterio nacional, de la ciudad de Antigua Guatemala.
A partir de entonces se fundaron otras Escuelas Normales, que su labor es reconocida por la cualidad de su personal docente-administrativo y especialmente por la calidad de sus egresados que, como otros tantos maestros, han desarrollado una labor fecunda en beneficio del país. EL INCA, Rafael Aqueche, la Escuela para Señoritas Casa Central, los Institutos Normales de Cobán, El Quiché, San Marcos, Huehuetenango y en otros Departamentos después de ardua lucha para lograrlo.
Los cambios en la educación exigen –por su delicada misión de tiempo y proyección- del consenso de quienes están involucrados y no sólo de una parte por mucha autoridad que tenga.
En el consenso y el diálogo, no se pierde autoridad. Al contrario, ésta sale reforzada. Mi amigo Horacio me regaló este pensamiento que me ha servido tanto: “En los momentos difíciles, mantén serena tu mente” y el seráfico, recomendaba que en situaciones de alto riesgo, busca siempre el “justo discernimiento”, Además, la experiencia probada de tanto maestro jubilado, puede ser un aporte valioso. En cosas tan delicadas, la imposición no es buena consejera, hay –en cambio- recursos sencillos y eficaces.
Veamos a lo que lleva la imposición. Cuando el hijo concluyó su educación primaria, le dijo a su padre que deseaba estudiar para abogado. ¡No! fue la respuesta autoritaria del padre.
Tú estudiarás para poeta. Papá, yo no tengo esa vena, esa inspiración que se necesita para ser poeta.
En esta casa quien manda soy yo y soy el que impongo lo que los hijos deben de ser.
No valieron, razones, explicaciones, justificaciones. “Aquí se hace lo que impongo yo”.
El joven tuvo que obedecer la imposición de su padre y marchó a la Capital.
Cuando se graduó, el padre levantó una gran enramada en el casco de la finca. La adornó con trozos de bellos poemas. Invitó a familiares, amigos y a las señoritas de las fincas aledañas.
De pronto, una de ellas dijo: Que hable el poeta. Las demás lo pidieron a coro. Y el padre se lo exigió.
El joven se puso de pie. Vio entre las ramas que nacía la luna y sacando inspiración de donde no había dijo:
“Hay viene la luna vomitando estrellas,
Ayayay… …que bellas. Ayayay…que bellas.”
Cuando el padre escuchó semejante disparate, se puso de pié y enojado, expresó:
“¡Hijo!. Tú, cinco años en el Instituto.
Ayayay ¡que bruto!....Ayayay ¡Que bruto!
Mario Gilberto González R.
Almería, España Invierno del 2013.- (Publicado en La Hora. Suplemento Cultural.Guatemala, Viernes 18 de Enero del 2013)